22.8.12

La mejor medicina

Hoy en la escuelita compartíamos mi salón con la prece en la hora del almuerzo cuando entró la vice a hacer una consulta. Yo pasé 10 días con licencia por una bronquitis garrafal y algunos otros desajustes de salud. Me preguntó cómo me sentía y fui muy sincera "No me siento bien, no estoy 10 puntos, pero por lo menos lo médicos me dejaron volver a trabajar". Me dijo que podía considerar tomar una licencia para terminar de hacerme los estudios correspondientes y recuperarme del todo... mi respuesta fue que los estudios dependen de turnos locos, a veces a una semana, 2, un mes o mas, que si pedia una licencia para hacerme los estudios, tal vez llegara a diciembre sin volver a la escuela. Me brindó su apoyo y ayuda para lo que necesitara y pudiera colaborar... una amorosa. Cuando se fue, la prece me dijo "En serio, Ro, qué hacés acá? por qué no aprovechás y pedís la licencia, te quedás en casa tranquila?". Le respondí: "En casa tengo mucho tiempo para pensar". Y ahí nos entendimos.
Yo tengo un grupo chico de alumnos, son todos unos divinores y no hay nada que me guste más que estar con ellos. Mirá cómo será este temita de las "casualidades", que esta misma tarde pasó lo siguiente:
Estábamos solitos con Pabli (mi alumno de 10 años) en el salón, terminando de escribir la fecha y registrar los ausentes/presentes. Como era mi único alumno del dia, aproveché para darle algunas de esas actividades temidas que tanto le cuestan y se niega a hacer porque dice no saber: leer y escribir. Tenía dos dibujitos y dos oraciones con las palabras desordenadas. La consigna era obeservar el dibujo, leer atentamente cada palabra, intentar ordenarla... y finalmente escribirla. La primera oración le costó un montón, necesitó un poco de ayuda para arrancar. En la segunda lo dejé solito, "porque la seño tiene que completar el registro", le mentí descaradamente. Mientras tanto, como quien no quiere la cosa, lo espiaba desde mi sillón azul... Pabli se ponía los anteojos, se sacaba los anteojos, se agarraba la cabeza, se rascaba la oreja, se volvía a poner los lentes. Finalmente lo escuché decir de corrido "Pamela come papas". ¡Sí! ¡Eso decía la oración desordenada reordenada! y en eso lo escucho que instantáneamente dice: "¡Seño! ¡aprendí a leer!". Se paró de un salto, me abrazó fuerte fuerte y ooobvio que no hice más que felicitarlo de mil maneras.
¡Qué alegría! ¡cuánta satisfacción! Porque yo sé que Pabli sabe, que solamente es un poco "vaguito" y se distrae fácil... pero que él se haya dado cuenta solo que puede leer y sentirse orgulloso por eso... NO TIENE PRECIO. Entonces... ¿ahora se entiende por qué prefiero no quedarme en casa?