Caos, corridas, "ay, no llego", el bolsillo del guardapolvo repleto de boletos de colectivo, maletín, bolsitas, almuerzo, más bolsas, espacios chicos, reencuentros, "¿te saludé?", sol primaveral.
Ya cumplí 4 meses de Integración con Facu, mi niño hermoso. Nos adoramos, nos peleamos, discutimos, nos extrañamos, reímos mucho: sus ocurrencias, sus frases filosóficas que exceden a cualquier niño de 1°, sus contínuos
por qué, su fiaquita y por sobre todo, su fanatismo por los (mis) marcadores permanentes y no permanentes.
Esta semana empecé a trabajar también por la tarde, en mi escuelita adorada. Por ahora, 6 alumnos, casi todos con baja visión. A algunos ya los conocía del año pasado, cuando hice una suplencia breve que me dejó de cama, jaja. Los lunes y viernes voy a escuela de Fiori; este lunes no fui porque nadie me esperaba, ni siquiera la dire, ¡qué sorpresón! (¡espero que haya sido grato!) pero Sabri, su ahora ex-integradora (tú sabes que no es mi intención robar alumnos, jajaja) me puso al tanto de todo. Los martes me toca preparar material didáctico, pero como todavía no sé mucho de los chicos, esta semana aproveché y leí legajos hasta el cansancio... si me preguntás ahora vida y obra de cada alumno, NOMEACUERDODENADA!
El miércoles vino Nadia solita. Charlamos un buen rato, accedió a usar los anteojos y se dio cuenta de que así es más fácil hacer la tarea.
¡Ayer fue terrrrible! Teníamos clase de computación con Emilse, El otro Facu y Victoria. Pero en la sala también estaban el profe Pablo y su alumno Manuel. Y M. Marta, haciendo trabajitos administrativos. Y después Pau, una residente armando actividades para sus chicos. Detalle: la sala de computación debe medir 1.5m x 3m, casi casi una cajita de sardinas. Ya veremos cómo nos organizamos en las clases futuras, igual no nos fue tan mal.
Hoy técnicamente en todas las escuelas había acto tempranito y luego
taza, taza... peeero, en la escuela de Facu el acto era 11.10... así que la dire de la escuela de la tarde, con su mejor cara de "ay, no te puedo creer..." ayer me dijo que fuera apenas me desocupara allá, firmara, me quedara un rato ("dos horas, nomás") y después me fuera a casita... claro, me dejó las llaves y todo.
Por suerte (bah... para mí, no para él) mi niño hermoso hoy no fue a la escuela porque se sentía mal, así que aproveché para ir más temprano a 504.
Llegamos casi juntas con Silvia. Desde la escalera se escuchaba música bastante alta. Pensábamos que era Marce, pero no, nos abrió la puerta y nos dijo: "Es Pablo, está limpiando el patio para que los chicos puedan jugar". Allí estaba, escoba en mano, pinza y otras herramientas para desarmar los juegos viejos y sacarlos del medio y, obviamente, nada mejor que trabajar con música a todo volumen.
Hicimos sociales un buen rato en la sala de computación, mientras en la radio sonaba Stevie Wonder... sí, chistes fáciles, "en la escuela de ciegos escuchamos a Stevie", "podríamos hacer un powerpoint instucional con
I just call to say I love You de fondo" y demases. Mates, charlas, y a las 13.30, ahora sí,
taza, taza...